Hay un cielo oscuro que presagia
amianto indeleble en las bocas pasajeras
la profundidad de un pozo que absorbe
sueños y decadencias postreras.
Están luego los tallos herméticos
como sombras que buscaran
perpetuarse en las cimas escalofriantes.
Subsisten en sus manos, pálidas de frío,
paisajes de niebla, ríos insoslayables
la canción del cansancio asombra a todos
por el camino del alba.
He sido arrojado
a las brumas de la mañana
a los cánticos de la piedra hibernada
sobre acantilados de cemento
y esa neblina tiene mis ojos y mis manos.
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