Los feos no quieren tener presencia
en un lugar estupendo su agenda;
no cuentan en el mundo su opulencia
la manifestación su aspecto venda.
Ni tampoco cierto es, ningún abrazo
que sería ahuyentar bien todo lo bello
y saque de esto un amargo guantazo
en un mínimo desdén y más atropello.
La fealdad bien es templo unido,
un estado descompuesto de dejadez,
y en su conjunto disoluto, la suma escasez.
Todo esto es vicio y todo perdido,
que lo único que queda es la felicidad,
queriendo a la vez, enaltecer la fealdad.
NACHO REY