Al Duborg

Xenofobia entre hermanos…

Tenemos por descendencia

el más alto privilegio,

llevar en el alma genes,

con este linaje recio.

Basta ya de xenofobia,

basta de tantos lamentos.

La sangre tiñe de rojo,

en el blanco y en el negro,

también en el aborigen,

fluye su color bermejo.

 

Somos la mezcla perfecta

sin plumaje de abolengo,

porque la raza no mide

al hombre si es deshonesto.

Es la pura circunstancia,

 quien nos recibe en su seno.

Unos mueren al nacer,

otros viven en silencio.

Muere el que se jacta hablando,

pierde la vida escupiendo,

porque el producto final,

da lo mismo, muerto es  muerto.

 

¡Qué fueron los españoles…!

que la miseria trajeron.

¿Hasta cuándo esta consigna,

circula por nuestros pueblos?

Es el corazón humano,

 un gran tirano y perverso,

que amparado en el poder,

nos apuñala en el pecho.

¿Pregúntenle a los rituales,

por dos hermanos cuzqueños?

la saeta con que Atahualpa,

a un Huáscar echó al destierro

 y éste sediento en vindicta,

a Pizarro ungió su cuerpo.

 

La Venezuela de ahora,

vive momentos muy serios,

pero recuerden señores,

que ella, sirvió de aposento.

Y no le importó banderas

ni la raíz de sus credos,

dejó sus puertas sin llaves,

a todito el mundo entero.

Repartimos las ganancias,

del viscoso aceite prieto,

en las islas del Caribe,

donde zarpara un crucero,

para llegar a Argentina,

ancló de manos repleto.

 

Es una historia de acción,

no el desenlace de un cuento.

No estoy inventando nada,

allí están los argumentos.

Por un paisano que robe,

no es culpable todo un pueblo,

y por un Inca que mate,

es homicida el lindero,

son más los hombres de bien,

que los que dan mal ejemplo.

 

Mientras existan fronteras,

que obstruyan el pensamiento.

¿Qué interés tiene lindar,

nuestros países por dentro?

Es una vana versión,

peor que un arsenal bélico,

avasallar al más débil,

aprovechando el momento.

Por fuerza de gravedad,

hoy nos damos contra el suelo,

seguro que con las olas,

mañana quizá flotemos.

Cuando estemos en la cresta,

y ustedes tengan aprietos,

“mi barca estará a la espera”,

en el océano abierto.

Tirando al lastre rencores,

izamos velas al viento,

y así todos como hermanos

llegamos a feliz puerto.