Carlos Eduardo

Tengo miedo

 

para nada a la muerte ni a la vida,

 

el miedo es

 

a los otros

 

son tantos,

 

diversos,

 

insondables,

 

imprevisibles,

 

o ruines característicos;

 

a las instituciones, países, conglomerados,

 

se corrompen,

 

hacen daño;

 

 

antes no sentía el temor 

 

así lleno, atemporal, intrínseco,

 

apereció intempestivamente,

 

como una revelación,

 

se situó en mí.

 

¿Serán los años?

 

¿O son los dioses que se vuelven contra uno no sé por qué cuestiones?

 

O es que siempre debí estar alarmado

 

porque venían por mí sin percatarme

 

o no quería hacerlo,

 

el estado me cobraba lo que no tenía,

 

la banca gozaba con sus intereses usureros,

 

los retail me estrujaban,

 

las farmacéuticas eran espantosas con sus cadenas 

 

y así sucesivamente,

 

todo lo aguantaba sin dolor,

 

con cierta naturalidad,

 

pero hoy estoy en carne viva, 

 

no puedo ir a confesarme,

 

ahí se ocultan seres de negro horrorosos,

 

sentarse en una plaza pública es exponerse 

 

a vejámenes indescriptibles,

 

salir al mundo es vomitar sangre...