Tengo poco que decir,
por eso, no debo mentir,
no fui su hermano, su amigo,
pero eso sí . . . fui testigo.
De su entierro doloroso,
juventud cayendo a un pozo,
culpa de la enfermedad,
pa´ fallecer no hay edad.
En este mundo fue Isidro
como un árbol, como un cedro,
yo diría como un poliedro,
en su memoria me pierdo.
Miré como le lloraron,
su tumba de llanto ahogaron,
el cielo se puso gris,
de la existencia desliz.
Muchas lágrimas por “Chilo”,
¿qué es la vida sino un hilo
que se rompe?, eterna muerte,
mortales amen la suerte.
De estar vivos, ¡qué paisaje!
morirse no es sólo un viaje,
ni ataúd vistoso traje,
tierra, gusanos, que ultraje.
Vi palada tras palada
sumergiéndolo en la nada,
polvo que llegó a los ojos,
iris cansados . . . muy rojos.
El sentimiento brotó,
el alma se alborotó,
se pone china mi piel,
adiós al “Chilo” más fiel.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
Pátzcuaro, Apúpato, San Pedrito, Huecorio, Michoacán, México, a 18 de marzo del 2012
Dedicado al joven Isidro Becerra (QEPD)
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