Las nubes grises
ocultan la sonrisa
de las montañas.
Las blancas sienes
de cumbres centenarias,
están calladas.
Un gran silencio
tan solo se adivina
tras de esas nubes.
Pero tus ojos
me prestan el reflejo
que necesito.
Allí las veo,
las cimas soñolientas
que nos esperan.
Gritan tu nombre.
te ofrecen una rosa
y en ella un beso.
¡Benditos ratos,
vividos no hace tanto,
en esos sitios!
Hoy son recuerdos,
instantes de ilusiones
y fantasías.
No los añores
ni llores, corazón,
¡vívelos siempre...!
Rafael Sánchez Ortega ©
01/11/20
Los versos de hoy recuerdan, con cierta nostalgia, a los momentos inolvidables vividos en, y con, las montañas. Esas extrañas compañeras, de nombres variados y casi invisibles, que con su manto blanco y sonrisa silenciosa tomaban mi mano y me llevaban a las cumbres por sendas variopintas y cargado de mil sueños... No sé, quizás la utopía y la inocencia permanezca en un alma que se niega a ver la realidad de la vida y sigue en ese mundo de la infancia y poesía.