… bajábamos al corazón, a sus lagares, y allí, encendidos,
construíamos el rojo de la sangre, las fuentes de calor,
los rangos de memoria;
en nuestro deambular, Padre nos prestaba su pecho de violines,
- con un acorde infinito bajo tardes púrpura -
mientras volábamos con aquel sol inmortal en que nos era el ser
sin contemplar e idolatrar
la propia vida;
… ah los ámbitos del sur, su tibieza, la transparencia del mar
y los cestillos de Araí colmados de lirios y rosas
por doquier;
… no, regresar a esta edad nunca fue fácil;
las palabras omniscientes, forjan hielo en la boca.
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Antonio Justel Rodríguez
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