Vistos de frente...
y un espejo refleja
las sombras desnudas
de dos cuerpos ardientes.
Se confunden las manos,
se abrazan los sexos,
y el placer invade
el cuarto a oscuras.
Dos amantes que, a escondidas,
se regalan sus pecados.
Hay un solo testigo,
¡aquel espejo callado!
Cada uno se perdona
a sí mismo su pecado;
Dios... seguramente
comprende a los humanos.
xE.C.