Alberto Diago

PECADO

Vistos de frente...

y un espejo refleja

las sombras desnudas

de dos cuerpos ardientes.

Se confunden las manos,

se abrazan los sexos,

y el placer invade

el cuarto a oscuras.

 

Dos amantes que, a escondidas,

se regalan sus pecados.

Hay un solo testigo, 

¡aquel espejo callado!

Cada uno se perdona

a sí mismo su pecado;

Dios... seguramente

comprende a los humanos.

 

xE.C.