Dormían los ojos como lagos
tras ellos largos alimentos vetustos
tallos de emergidas superficies
retumbaban como un relámpago
entremedias de la nieve reluctante.
Vivían los ojos apresurados
tras ellos un sueño se desarrollaba
una mano de dimensiones obstruidas
cantaba la canción de madrugada.
Loaban los ojos su propio dormir
como si les fuera un sueño protector e invulnerable
bajo un sol de caricias lúgubres
la luz que no emitían.
Entonces un iracundo planteamiento
de semillas y formas inéditas, forjó un llanto
trenzando tus coletas sobre mi pecho.
Y fui de nuevo. Para el sol y el viento.
Para la luna y la tierra. Dentro, tan dentro,
de este universo-.
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