Si recuerdas mi nombre,
me buscarás en los rincones
más felices de tu vida,
nada que te asombre,
encontrarás.
En tu mente sólo verás
al joven tranquilo y sereno,
el que más te ha querido,
un muchacho bueno.
Has de compararme quizás
con uno, de tus tantos amoríos
pero no has de hallar jamás
alguien,
con un cariño como el mío
Cariño que te entregué con la pasión
con que se ama, por vez primera
con la fuerza y el vigor
con que germinan
las flores, al llegar la primavera.
Recordarás tal vez el poema,
que entre lágrimas escribí
cuando un día demoraste,
en llegar a mí, que te esperaba,
y entre lágrimas, dolido,
pregunté, si me olvidabas.
Que tonto fui al pensar
que tu amor llevaba el sello,
de lo eterno y verdadero,
ése, que no se puede dejar.
Un día fatalmente para mí
sin decir adiós me abandonaste.
Todos mis sueños fulminaste
como un relámpago en noche
oscura y tormentosa,
y viví en carne propia,
la conocida y triste, Vía Dolorosa.
Hoy navego sobre las oscuras
aguas del dolor y del olvido
y mi mente vuelve al pasado
para traerme la ilusión,
de que recuerdas mi nombre
como yo recuerdo el tuyo,
Ninon.