Y yo que me la llevé al río
creyendo que era de madera
pero era de vidrio.
En la úlltimas esquinas
toqué su pechos vinílicos
que de pronto se me abrieron
como puertas sin pestillo.
No se porqué aullaban
tantos perros con estribillos
eran como rezongos
por lo poco alimenticios.
Yo me saqué las pestañas
que uso para estos ritos
ella se sacó las mamparas
y quedamos los dos in situ.
Pero como ella era de vidrio
y yo de madera
nos envolvió un acertijo
¿que estamos haciendo aquí
berenjenas con cilindros?
Estábamos algo exitados
quizás
cuando nos conocimos.
Y la fui a dejar a su casa
en la vidriería de don Jacinto.