El asombro se queda sin palabras,
me hago polvo y me hundo caótico,
la realidad se extingue en muchos latidos,
el dolor y la locura se agotan en soledad.
Extenuado arrastro invisible mi cuerpo,
el día me agobia amenazante y tirano,
la oscura noche vivífica mi alma exhausta,
y todos los silencios se aquietan serenos.
La humanidad aletargada en su ansiedad,
mudos los rostros se hacen lejanos,
susurros ingrávidos cuelgan del cielo,
la fe inmutable sobrevive altiva y en paz.