Va inevitable la marcha, la ceremonia,
se entrecierra y enlaza dos quietudes,
ritual tan repetitivo, un acepto,
dos afirmaciones,
y sus nupcias se confirman,
es una cuasi eterna tradición,
invocarse los nombres queridos,
como si llegase a ser un noble cortejo.
Gritan estar en las horas de noche marital,
en la novedad, alegría al andar…