Jiber Suastegui

Tus manos me bendijeron

Con cuanta ternura tus manos me bendicen,

es mentira que el tiempo nunca vuelve

y que el reloj solo va en una dirección,

es también falso que los inmortales no existan.

Tus labios me santifican.

Reposar en tu boca es como probar un pequeño pedazo de eternidad.

Bailar estrechando tu cintura es parecido a volverte viento, crujes como el cristal

y la tibieza del mantel azul de la noche cubre apenas la copa plateada de los árboles.

Tus manos palidecen, siento en mi mente el bálsamo del delirio cuando aspiro tus perfumes.