Estando el país, si fiel me es la memoria,
en el buen lado ayusiano de la Historia,
yo recuerdo haber cantado esta canción,
en la mili, desfilando en formación:
Todas las mañanas, cuando me levanto,
tengo la pirula más dura que un canto.
La infanta doña Eulalia
se tapaba el chipichí con una dalia,
La infanta doña Isabel
se tapaba el chipichí con un clavel.
Deberían castigar a las infantas
por el mal uso que hacían de las plantas.
El obispo de las islas Filipinas
con el chisme abría latas de sardinas.
El obispo de las Islas Baleares
con su chisme abría las de calamares.
Yo que ustedes consideren bien espero
la potencia que en el chisme tiene el clero.
Y, ya hablando del presente, la canción,
considero que precisa esta adición,
que señala a cierta gente que, parece,
en el buen lado ayusiano permanece:
Todas las mañanas, cuando me levanto,
veo claro que esto ya no es para tanto.
La infanta doña Elena
se camufla el chipichí con hierbabuena.
La infanta doña Cristina
se camufla el chipichí con eglantina.
Les alabo a las infantas la artimaña
de ocultar sus chipichís con telarañas,
ya no tanto el vacunarse en Abu Dabi
donde estaban de visita con su papi.
El obispo de Alicante y Orihuela
en la lista de vacuna va y se cuela.
En Cartagena y las islas los prelados,
fuera de lista, ya han sido vacunados.
Y resulta que predican en el templo
que se debe predicar con el ejemplo.
© Xabier Abando, 25/03/2021