Estaba sentado en la estación y a lo lejos divise un tren llegar, y cuando me subí al vagón…,¡ay que
Sorpresa me vine a dar! era el vagón de los poetas al cual yo subí; no podía ser tanta dicha cierta la
Que en esa hora viví.
En los primeros asientos estaban sentados Neruda con Dalmar; detrás de ellos Huidobro los estaba
Escuchando, y de reojos los miraba Mistral. De pronto en medio del vagón, un varón de su asiento
Se levanto, era el gran Nicanor que con un ademan a todos callo para recitar sus anti poemas que
Preparo.
Todos los escucharon con gran respeto y De Rokha en su asiento murmuro: _”que gran poeta es
Este viejo”.
Al fondo del vagón en un asiento solitario estaba teillier contemplando el paisaje, mientras que
Rojas aun se preguntaba: _” ¿que se ama cuando se ama?”.
De pronto otro varón de su asiento de levanto, era el gran Enrique Lhin que sus poemas decanto.
Todos atentos lo escucharon con gran solemnidad; pero en suspenso quedaron cuando se erigió la
Gloriosa Mistral. Hubo un silencio solemne casi sepulcral cuando comenzó a recitar sus poemas
Colmados de su esencia magistral.
Todos a una aplaudieron su gran presentación, si hasta Lillo y Delano, lloraron de emoción.
Todo era una poética fiesta colmada de alegría y de emoción al lado de musas y de leyendas
Fuentes profundas de mi inspiración.