El hombre comía palabras, era un animal de pura piel escrita,
de puras páginas y letras. Se alimentaba hasta quedar repleto;
la hermosa literatura por su sangre corría negra y densa como la tinta
de la sepia.
El día que murió lo dejaron en una biblioteca,
sin nombre en su lomo dorado,
junto a otros tantos libros anónimos.
bon appetit.
marzo 2021.