Aquella lluvia
mojaba tus cabellos,
sin darte cuenta.
Yo te miraba,
absorto y pensativo
y te besaba.
Me sonreíste,
recuerdo, con ternura,
y suspiraste.
Luego vivimos
un sueño muy hermoso
en aquel bosque.
Robles y hayedos
nos daban compañía
como en el cuento.
Y caminamos
con elfos y con gnomos
a la cabaña.
Con nuestras manos
sellamos la promesa
de estar unidos.
Y continuamos,
llevando aquel otoño,
bajo la lluvia.
Nos besa el agua
los cuerpos, y las almas
también se besan.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/11/20
Ese momento de la infancia y juventud que todos, alguna vez, hemos soñado y nos hemos dejado llevar por la fantasía y la imaginación. Y, sí, ya sé que es algo infantil, pero...