Zoraya M. Rodríguez

**~Novela Corta - Enamorando a Adham - Parte Final~**

Si ella, Abir, sólo quiso amar a su verdadero y único amor, ¿cómo lo logra?, pues, nunca, ella queda soltera y en solitaria soledad cuando él, Adham, se enamora de otra mujer americana. Adham siempre decía que su amor le pertenecía al corazón americano, cuando en el rumbo y en la certeza, se dió como saber de la única verdad que su amor se lo entrega a una mujer  americana, desatando pasión, libertad, y entrega. Cuando en el amor es abstracto, no se vé, pero, se siente, con una fuerza extrasensorial cuando las americanas tenía la libertad en el corazón y eso era lo que más deseaba y quería Adham. Cuando en el alma se llenó de bondades inertes como de amar a las americanas, en contra de todo y siendo lo mejor para su libertad en el camino que él, Adham, más deseaba. Cuando en el desastre del amor, sólo él, Adham, creía en el amor desnudando la pasión escondida en un sólo corazón sin burkas, tal vez, decepciones, continuar una tradición, y una relación amarrada a las reglas que hay que seguir y continuar y siempre atenido a las leyes del árabe. Cuando en el amor interrumpe como en ser amante del sol y de la luna, si la rutina cansa, y se obtiene una mala decadencia de un amor por un interior lleno de pasiones, cuando en el ingrato desastre se enreda como la misma falta de creer en el aire una tormenta que le llegó en el corazón a Abir, demostrando a su piel y a su alma con una luz opaca que dentro del universo se veía oscuro como las estrellas universales, como ver el instinto en que permanece en el mismo lugar, pero, no se vé ni se siente, si era lo contrario al amor. Cuando Abir, llamó el nombre de Adham, en la tienda, y se dijo que sintió la libertad volar en alas de vida cuando llamó a Adham, se llenó de placeres, de pasiones, y de un amor tan clandestino, como lo que ella sentía, pero, sin él, sin Adham. Y sin saber que el destino fue tan real, como llevar el camino por un rumbo tan incierto como saber que el ingrato camino de tener tan cerca, pero, tan lejos como el límite del mismo cielo. Cuando en el instante se dedicó en ser como el aire rozando a la piel, pero, yendo lejos de ella, de Abir. Y si Abir, encerró a su corazón en un desprecio de amor, en un total menosprecio de cariño, de pasión y de amor hacia Abir. Cuando Adham sólo le dió un afecto de amigos y de compañerismo, en ser compañero y amigo nada más. Cuando en el convite y tan extraño en ser como el arte de amar cuando como un silbido haciendo ruidos adyacentes, se volvió inerte e inadecuado cuando el tormento de luz brilló otra vez en la vida de Abir. Cuando sucesivamente se dió lo que aconteció en el alma cuando se derribó el final o el mal desenlace de creer en el imperio de luz, el cometido de luces en ocasos y de ver el cielo como el límite o la meta en poder creer en el cielo cuando llega al cielo derribar el instante en que es tormento y creer en el silencio del amor besando a la vida misma. Cuando en el suburbio de lo irreal se dió lo perteneciente a la vida con heridas suponiendo que el final se diera como el tiempo perdido, cuando en el aire se frisó la tormenta de ver el cielo en tempestad. Cuando en el ocaso inerte e irreal como el suburbio de un acontecido se diera y se viera tan real como el haber perdido en el amor. Como fue desfigurar un desenfreno de luces y de una adyacente penuria en la soledad, inerte y vacía de querer amar en el ocaso muerto cuando se derrumba el instante en querer amar a conciencia sin saber que perpetrar a un sólo amor, se dedica en ser como el ave sin poder volar y con alas mojadas. Cuando ocurre lo imposible de obtener en el ocaso una inercia pasajera en demostrar la tristeza y lo inocuo de un daño sin ser cierto. Cuando en el invierno soslayó lo que creció en el final o en el comienzo de un todo, cuando ella, Abir, enamorando a Adham, ella quedó petrificada en cada frío de ese invierno cálido y torrencialmente abatida quedó retraída, compungida y tan herida como zozobrar la manera y forma de sentir el silencio en cada paso de su propio  camino, en el cual, si soslayó en la crueldad y tan fría como el mismo hielo. Cuando quedó atemorizada de espantos nocturnos, cuando en el ocaso frío se sintió como un instante en que el delirio se enfrío en el momento en que se dió una forma cruel de ver el cielo añil y con estrellas nuevas delirando entre lo fugaz. Cuando en el ocaso y en el delirante trueno y en el relámpago adyacente de una penuria dolorosa y, con la cual, se llenó de dolores de cabeza desde que el cielo alumbró con todo sol, a sus ojos de mar. Cuando en el instinto se creyó como lo más vivo en poder ver el cielo de añil, y con nubes blancas como lo más cruel de sentir el silencio en cada gota de esa pasión clandestina, cuando se opuso lo que se eleva en cada crueldad del imperio universal, y en los ojos un mar tan perdido y tan bravío, como el tormento de ver el cielo de azul añil, cuando en cada hora, ella Abir, pensaba sólo en enamorar a Adham, como su hombre único y sin extrañar, lo que parece lo más irreal, de una mala situación y en cada respirar, cuando en el albergue se cuece como lo más nuevo y en cada suspiro aspirar al amor y a la misma pasión. Cuando en el instinto se figuró un mal comienzo en que cada ilusión de la cabeza, de la memoria, y del pensamiento, se llenaba de la nada y del tiempo en que el universo se perdía en la mirada de los ojos de mar de Abir. Cuando en el instante se abrieron los sesos, si cuando en el destino se intensificó más en el desierto de ver el cielo del color añil, como lo que vió en la cena entre ella Abir y Adham. Y lo persiguió, pues, su forma de sentir en el corazón, se atrajo más la fuente de vida en el alma, cuando en el coraje de ver y de creer en el ámbito del amor y de la pasión se vió forzada a creer en el alma con luz. Y lo acechó en la tienda árabe en poder creer que su amor era lo más inmenso, lo más grande y lo más verdadero, entre su alma y su corazón, cuando se debió en saber que el deseo debió de triunfar en el mismo camino en que ella enamoraba a Adham. Cuando en el destino frío, y consecuentemente inalterado, pues, el triunfo de creer en la manera de ver el cielo como un gélido hielo, fue como el instante se tornó desesperadamente álgido, como una piedra sobre otra piedra, y destruyendo todo pensamiento, se acercó hacia el mismo infierno de ver el cielo de fuego color, cuando en el ocaso se advirtió de un sol marcharse lejos hasta que llegó la noche, otra vez, y sin poder ver el sol quedaron sus ojos de mar mirando y observando el tiempo, el infinito y más el horizonte. Cuando en el tiempo, sólo fue como llegaron las horas inertes y tan frías como el haber podido creer en el enamoramiento de Adham. Cuando en el trance vivido se forjó un sólo camino, cuando en el tiempo, y sólo en el imperio vivido se tornó desesperadamente inocuo, cuando en su trayecto más efímero, pues, enamorando a Adham quedó corto, muy corto. Cuando en el final o en el desenlace crudo y tan irreverente quedó maltrecho el amor y más la sola soledad, cuando en el ocaso quedó como un sol a cuestas de la razón, perdiendo la desazón entre lo que más quiso ella, Abir, la locura por el amor de Adham. Cuando en el ingrato corazón se electrizó la forma de ver el cielo como tormento y como un torrente de desafíos inertes, quedó como aquella vez en que el silencio se atemorizó de espantos. Cuando ella, Abir, quiso indagar más sobre el silencio que le ahogaba y que lo hería más en el alma que en el mismo corazón. Cuando ocurrió el desenfreno efímero y más perenne de creer en el desierto más real como el creer en el desamor y en el desprecio más total en desamar en la realidad. Cuando en el ocaso se advirtió en la mala creencia de creer en el desamor y en el menosprecio de adquirir la forma más perenne de ver el cielo de añil, cuando su solitaria desolación se vió aferrada a la manera de no tener un amor y ni un cariño. Cuando en el fingir del amor quedó atravesada la forma de ver el cariño en el cielo, cuando el frío quedó en el tiempo y más en el invierno seco. Cuando Abir, quedó en la penumbra y en la sola soledad traviesa de un sólo adiós en el amor. Cuando en el suburbio de la forma más real, se dió la fuerza en espelunca en el corazón cóncavo. Cuando el hechizo se tornó más descendente y más inocuo, cuando en la forma de amar quedó sin amor, Abir. Si cuando en el aire y en el viento, socavó en la manera de ver el cielo cuando Adham, quiso y amó a una mujer americana, cuando quiso enredar a su corazón con una mujer de los Estados Unidos, cuando su corazón atemorizaba de miedos, de leyes y de tradiciones, las cuales, no quería seguir ni hacer algún caso. Cuando su temor a ser conmísero y primero en el amor, se obtuvo en el primer amor como una carencia del amor que falta en el corazón de un árabe. Cuando en el segundo plano, se debía de creer en la creencia más perenne, de ver en el cielo un fuego devorador y destructor, como lo fue en vano amar sin amor. Cuando no falló ni una desolación inconclusa, cuando el tiempo, sólo el tiempo, cayó como calló la forma de amar más efímera, de Abir. Y Abir, sólo sus sueños en amar a Adham, se convirtieron en una amarga y tan leal como una hiel en una sola pesadilla. Cuando en el combate de creer en el delirio de tener amor y más que eso un delirante delirio y tan frío como el hielo en el alma álgida. Cuando Adham se entregó en cuerpo y alma, a una mujer americana, y quiso ser tan desafiante como una amante en el delirio de todo el amor. Cuando en el amor descifró un cometa de luz, cuando en toda la libertad, se aferró dentro del amor a ésa mujer americana. Cuando en el corazón se dió lo que más cuando ell, Abir, sólo quería enamorar a Adham, cuando sólo en el silencio se detectó entre aquel viento sosegado y tan cálido como el haber sido en el cometa de luz, sin aferrarse a decir que el suburbio automatizado se ofreció como alma sin luz, si era Abir, como que irrumpió un desastre de esos que destruyen el amor muy dentro del corazón. Cuando Adham sí, se enamoró, y ella, Abir quedó buscando el amor en el interior, el cual, nunca llegó ni se hizo cruel dentro del corazón. Cuando en el alma quedó como buscando una luz en el alma, destrozando el alma muy dentro del coraje del silencio. Cuando en el jardín del amor quedó como una cruel desavenencia en que cada ausencia quedó maltrecho el hecho de creer en el amor sin poder amar más. Cuando señaló el sarcófago del amor sin amar en huérfana luz, cuando en el instinto y tan distinto cuando se aferró, el amor en cada dolor y en cada lágrima. Cuando en el silencio, y fue tan sabio como fingir el sueño en una hiel pesadilla. Cuando Abir, logró en el alcance el cruel percance de un amanecer con el ser dentro del frío autónomo de la caricia y sin amor. Y, Adham, logró llegar al amor en cada lágrima un torrente de sal, de ese mar travieso y sin calma, devastando lo que se cree, en el tiempo, y en el ingrato dolor que se cuece como alma sin luz. Cuando en el hilo del momento, en el cual, se deshizo como tan invisible fue el hilo del amor que quedó sin más amor que nadie en el mundo de los ciegos. Cuando en el silencio del amor quedó aterrada, fría, y herida y sin Dios, cuando en el albergue en el corazón, y sin total razón, en la locura en la cruel tortura en saber que en el amanecer, quedó en el ser dentro de la misma alma con la luz inerte. Cuando finges el delirio y tan frío como el mismo hielo, cuando ocurrió el mal desenlace de ver el cielo de tormenta, cuando si Abir quedó huérfana de amor y de dolor. Cuando enamorando a Adham, quedó sola, y tan solitaria como las espigas en feraz tormento. Si Abir, quedó como tan sola y como tan solitaria como la rosa marchita en el tiempo. Y Adham enamorado dela mujer americana, con una libertad extrema, y con un amor en el corazón, extrayendo la pasión como en una vez tuvo en el mismo corazón por una árabe, pero, él quería lo prohibido, lo exacto y teniendo lo inhibido sin poder ser inhibido. Cuando en la creencia de amar quedó Abir, queriendo amar y queriendo atrapar el desafío de amar en la calma y en el ingrato tormento de creer que el amor no existe. Cuando se reflejó el instinto y tan distinto como el mismo reflejo de amar cerca del mismo frío invierno, pero, quedando amar en el ingrato momento, cuando en el gélido viento si sólo se siente como un amor sin amor ni con una pasión desmedida. Y con una total herida en el cuerpo y más en el corazón cuando quedó en sola soledad, y tan solitaria como la rosa marchita en el jardín lleno de rosas. Cuando en el alma, sólo se aferró al mal deseo en creer en el mal comienzo o en el final sin destino ni con un camino incierto. Cuando se dió jactar la manera más cruel de entregar la razón perdida y con la locura en un sólo amor con el de Adham. Cuando se fingió la forma de amar y de entregar hasta el alma en pedazos y en silencios amar a Adham, pero, no pudo más que dejar morir a su propio corazón. Cuando al final de un todo se fingió como un sólo amor, que sólo quedó como un tiempo sin hechizo. Cuando en el relámpago de un menosprecio y de un desprecio total, cuando Adham le dijo -“no”-, un -“no”- tan rotundo como inerte es la luz, se llenó de iras insolventes cuando quiso amar a Adham. Cuando ella quiso extrañar amar a su corazón, pero, fue más fuerte el rencor y el odio que le hizo cometer el más terrible de los instantes. Cuando ella, Abir, toma la daga muy fuerte desde su interior y le acecha lo peor, cuando ocurrió el peor de los desastres más incongruentes de la vida misma. Cuando quiso ser tan exacta y tan perenne en la vida misma como en la misma muerte. Y tomó la daga, y tan filosa como el mismo dolor que ella sentía, cuando tomó la cruel decisión de llevar su vida hacia la misma muerte. Y tomó apresuradamente el dolor, y la daga, y más la muerte entre sus propias manos, cuando en eternos silencios cometió el dolor más fuerte en ser como la misma muerte. Y mató al amor, la pasión, la libertad, y la vida misma, cuando se aferró al dolor, y quiso amar, pero, Adham estaba más junto a ella, cuando Abir quedó enamorando a Adham, cuando más ella lo amaba. 




FIN