¿Cómo es posible, amado Jesús,
Que tras oscuras traiciones
Y cínicas y ruines negaciones
Insistas en tu muerte en cruz?
Tu amor es extraño y tu sumisión extrema
Que aún reúnes en torno a la mesa
Y compartes Tu divina empresa
A justos y pecadores que blasfeman
Promesas recibes de Pedro el valiente
Quien luego en los hechos negará tres veces
El canto del gallo marcará con creces
Y su cobardía dejará patente
Adalid divino del perdón de Dios
Llevas en Tu alma Tu dura misión
Cumplirla es preciso, llevarla a la acción
Aunque signifique decirles adiós
A aquellos que amabas, hombres y mujeres
Cargando las culpas de la humanidad
Prometiendo a todos nueva libertad
Para que en el cielo a todos reunieres.
(Jn 13,21-33.36-38)