Una invasión pacífica por muy consentida
tomó posición en el bunker de mis sentidos,
canto glorioso a la campestre, bucólica vida,
renacer de tiempos alguna vez perimidos.
Mis ojos recorren el escenario del cielo
sin molestos recortes de mega torres urbanas
complitud de colores, sereno albi azul anhelo,
pizpiretas nubes cumulus tropeando en bandadas.
El alfalfa oloroso divide su nitrógeno esencial
ya en el pródigo tercer corte de la verde sementera
fardos que van de reserva al futuro uso hibernal
y pastoreos bovinos por la veraniega pradera.
La calandria concursa trinos altos con el soprano sabiá,
el hornero en gratuidad da lecciones de arquitectura
y endulza sus coquitos enracimados, la palmera butiá.
Todo es armonía desde la más melodiosa hermosura.
Muge fuerte la vaca lechera, muy reciente parida,
crece su ternerito mamífero con el calostro nutricio,
alegría del encorvado agricultor que nunca lo olvida:
Dios recompensa al luengo, tenaz y anual sacrificio.