No te bajo de ese sitio. Yo misma te coloqué allí. Te querré sólo a oscuras entre las seis paredes que rodeen mi sueño. Me esquinaré tras los muebles junto a los miedos y tu sombra, pero agolpado mi tacto con tu olor, lo haré arder sobre la cama, o la mesa, o la silla, y materializaré en ellos tu abrazo negado. De caricias en primera persona, desgarraré tu condena impuesta bajo aquel golpecito amistoso de desprecio y lo borraré de mi iris y mis hombros. Mojaré el desdén sin tapujos con mis manos y mis dedos. Haré testigo al dispositivo frío en el que quedaste callado y lo salpicaré hasta llegar al suelo. Salpicaré más alto que el orgullo desde donde me ves.
Te querré al Sol, exacto cuando todos los pájaros golpeen las alas contra mi ventana, para que amarte no te denueste ante tu mundo; ese mundo personal del que me hablaste como un universo exclusivo y carente de espacio, excepto el comunitario.
Mirando el paredón sin que puedas escuchar; contra él; desde él; pegada a él, le desnudaré lentamente mi espalda inmemorial y le gemiré voluptuosa hasta la sordera. Te querré encerrada en un grito vacío que regrese a mí en los ecos de la calle para tocarte en el mundo imaginario, haciéndote mío aun sin ti.
Sólo te querré…
te querré adentro,
muy adentro de estas seis paredes,
porque afuera,
afuera
se te debe amar en silencio.
Yamel Murillo
Suspicacias
El Diario de Paloma©
D.R. Marzo2021