Reconozco mi consistencia de humo y elijo hacia qué parajes quiero desvanecer mi cuerpo gaseoso, ya inmerso en el éter de mis oníricos anhelos aguardo tu arribo para que me respires; desconfío aún de las miradas de los árboles que quieren procesarme en su fotosíntesis para vivir matándome entre sus verdes compartimientos, me confundo en el cielo que me arropa entre sus brazos, y contemplo desde lo alto el nacimiento de remembranzas en el suelo que se riegan del dolor líquido desprendido de mis ojos, y me hallo en esta atmósfera donde nadie antes puso sus pies, asimilando si acaso para esto he nacido.