“Vi la tristeza en tu faz, hermano . . . descansa en paz.”
Se ha ido Teofaz Pineda,
caminó surco, vereda,
sentimiento se me enreda,
su imagen lo desenreda.
En “Cadillac” lo recuerdo,
fatalidad por ti pierdo
amistad, la de los dos,
les diré aquí, entre nos.
Aunque lejana, muy sana
charla, anécdota cercana,
café negro, ¡estaba flaco!,
copas, licor y tabaco.
Exhalaba una humareda,
de fumadas polvareda,
por sus chivas fiel entrega,
siempre amigo, ¿quién lo niega?
Inteligencia su alhaja,
jugó dominó, baraja,
la trampa es falsa moneda,
enseñanza se me queda.
De pláticas de la historia
de México, de su gloria
referida a la Bandera,
oda al viento, justiciera.
¿De la muerte que te ataja?,
la vida es sólo una paja
quebradiza, que se raja,
sábana blanca, mortaja.
La existencia se tropieza,
así acaba lo que empieza,
entrañas del cementerio
de los mortales misterio.
Falleció Teofaz Pineda,
su rostro . . . grietas de seda,
arrugas en piel no gruesa,
en su corazón grandeza.
La tez de crucifixión,
le rezaré una oración,
estoy triste por Pineda,
réquiem y compás de espera.
Le lloro a Teofaz Pineda,
mi lágrima mustia rueda
llegando a su cuerpo inerte,
tras de él anda mi suerte.
Ya no nos fuimos a Iguala,
quedamos en la antesala,
extrañaré su consejo,
¡era buen tipazo el viejo!
Fue muy serio, respetuoso,
se merece buen reposo,
mas, he de aclarar un punto
que ha de ilustrar este asunto.
De esas cosas curiosas,
no era Cleofas, era Teofaz,
como “la cara de Dios”,
Señores, díganle adiós.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
México, D. F., a 29 de marzo del 2012
Reg. SEP Indautor No. (en trámite)