El mensaje es claro como la luz que contiene verdades más grandes que el mismo nimio edificio construido por el hombre por muy alto sea ese rascacielos.
Una de esas grandes verdades y que repito hasta la saciedad es el bondadoso mensaje que es la hermosa panacea:
“Amaos los unos a los otros como yo os he amado”, para vencer todas nuestras debilidades incluyendo vicios y pecados.
El mensaje más que obvio, no el de maltratarnos entre hermanos ni mucho menos flagelarnos. Amar por sobre todas las cosas y veremos un mundo más solidario, más de hermanos, más de humanos.
Sostengo la tesis que puede ser una ley universal, el yin yang, o ley de los opuestos, o como quieran llamarle, pero el efecto del mandato NSJ no admite la maldad, ni nada que le haga balance a la luz y la verdad.
Y Cristo no estaba planteando algo imposible, ni estaba delirando.
Lo que hoy escribo, con el respeto hacia quienes no son creyentes, no soy fanático para caer el polémicas, solo es mi invitación a reflexionarlo, también son seres humanos.