Erick Alexander Villegas

MISTERIOS

La brisa pasajera dibuja en el aire silfos juguetones,
al soplar el viento la fogata aviva en esta tierra de misterios,
tronando airosas las salamandras una canción nueva entonan,
a la tierra prometida donde habitan las hadas y gnomos,
gigantes, enanos y ogros.

Ríos y lagos de aguas tranquilas,
ondinas preciosas un baño toman,
sus canciones me incitan a caer en sus brazos,
al contrario el mar inquieta sus olas,
sirenas con ojos de hechizo una canción triste cantan,
de desamor y desdicha por un amor que no fue.

El faro de la lejanía ilumina a lo lejos,
por momentos alumbra mi oscuro camino,
parece divisarse un pequeño velero,
las olas embravecidas del mar lo acercan,
truenos y relámpagos nos avisan,
de prisa un refugio hay que tomar,
no en balde la naturaleza es sabia,
y a sus hijos cuida.

La lluvia ha cesado en esta tierra de misterios,
la luna se asoma con nuevos brillos,
las nubes se han marchado dejando al descubierto,
un cielo limpio de misterios y ensueños,
pozas salpicadas de estrellas en la tierra se han formado,
los grillos y las ranas una sinfonía misteriosa tocan.

En la lejanía un lobo aúlla,
llamando a su amada bajo la pálida luna,
el silencio se incrementa, la noche esta callada,
solo se escucha el retumbo de olas explotar en las rocas.

Que sonido es ese que de pronto se escucha,
el sonido de algún ser extraño,
anima del purgatorio o ser divinal,
su silueta es femenina y su belleza singular,
estaré despierto o soñando  o es la diosa del mar,
me ha pedido que a su lado le acompañe,
en una aventura singular,
cruzar los siete mares y de su ternura gozar.

Que será de mi simple mortal,
he osado levantar el velo de la Diosa del Mar,
fulminado por un hechizo, presa he sido yo de ella,
de sus labios de carmín, de su piel morena virginal.

Con una sonrisa me ha indicado que debo pronto decidir,
continuar a su lado o como un mortal aquí morir.

Yo he procurado desafiar a la muerte,
y mi corazón a ella entregar,
me cueste los que me cueste a su lado quiero estar.