Como una aguja mi pluma
hilos de tinta bordaba,
en tanto la hoja esperaba
ese poema que abruma.
Mi mente estaba en la bruma
y así no se concentraba.
¡Si hasta mi musa faltaba
pues cada tanto se esfuma!
Tan difícil se me hacía
quizás por estar cansado;
lo que muy mal me ponía.
No se lucía el bordado
sobre el lienzo que sufría
claramente malogrado.
Jorge Horacio Richino
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