Felicio Flores

El jardín de la tía Olga

Ha muerto el jardín de la tía, 

se ha secado como un hueso; 

murió porque ha muerto la tía

y no hubo vida después de eso. 

 

La tierra llora sola, la extraña; 

ya no se alimentan de su mano

los gorriones en la mañana

y ahora sus cantos son llantos.

 

El sol ya no alimenta la huerta, 

ya no alimenta a la tía Olga; 

ahora solo quedan sombras

de ramas esqueléticas y solas. 

 

Ya nadie quiere plantar flores

donde la tía cuidaba su jardín; 

no hay aromas, sabores; colores, 

se llevó todo para un gran festín. 

 

No quiero regresar a tu casa, tía;

disculpa, no es tu culpa es la mía;

no lloré lo necesario en su día

y me guardé esta cruel melancolía.

 

Quiero creer que estás creando

una huerta y un jardín de rosas.

Espérame que voy llegando...

¡Dame dulce de higo tía Olga!

 

Felicio Flores