En el silencio solemne de un día de meditación
Sólo roto por el canto de las aves en mi hogar
Te acompañamos, María, santa madre en tu rogar
En el dolor y confianza en la ansiada resurrección
En este estado sombrío de gran tristeza y duelo
Tú sigues manteniendo viva y enhiesta siempre tu fe
En Jesús, quien te dirá: “Sobre la muerte triunfé”
Y tu lamento de madre tendrá del Creador consuelo
Será entonces que hombres necios prisioneros
Y cruelmente sujetos a cadenas del pecado
Soltarán viejas amarras con el Cristo liberado
Forjando nueva alianza sin estigmas traicioneros
Sea Tu voz, María, la que por siempre anime
Los anhelos de mi patria, cuyos hijos te reclaman,
Te veneran y se fían de tu mediación que es flama
Que ilumina los altares y a corazones que gimen
Dios ya tiene terminada Su más excelsa creación
Y Su unigénito Hijo de vendas se despojará
De tinieblas de la muerte triunfante resurgirá
Para llenar de alegría tu agraciado corazón
Yo quiero ver a Jesús, María, egregia mujer
Te lo pido ante el altar de mi abierto corazón
Déjame verlo en la gente que navega en aflicción
Y conviérteme en la llama que por siempre debe arder