Sujeta a la pared
Llena de miedo y frío
Metida en el tic tac del minutero
Amanezco
Con los pies enfangados
Y un dolor precordial
Inmenso
Y a la vez fabuloso
Sin poder adivinar
La lluvia del pantano
Las fauces de los muertos
Tantas ardillas turbias
Y mi rostro incoloro
Mientras mis cuencas gritan
Y los vientos aúllan
Metidos en zapatos
De otros mundos
Siento caer el día
Siento tómbolas audaces
Colgada de las cejas
Alfareros y duendes
Comiendo leones de barro cristalino
Siento bramidos de hojalata
Patas de dromedarios derribando la puerta
Y una mujer de mil colores
Arrastrando sin descanso la cobija
Quién pudiera ocultarse en los recodos
Deshilachar los tejidos de Penélope
Sacarla de la espera
Que no tiene sentido
Lanzarla hasta las nubes más lejanas
Y escribirles a los dioses del Olimpo
Para calmar el toque
De los acantilados
Voraces y siniestros
Que se prenden con fuerza
De los ojos más secos
Sujeta a la pared
Llena de miedo y frío
Metida en el tic tac del minutero
Amanezco
Con la garganta a tope
Y el corazón gimiendo
Dónde encontrar perdón
Si cada vez soy más blasfema
No me enderezan los martillos
Ni el clavo del astrolabio
Vómito hojas secas
Y pedazos de tuna
Salgo del escondite
Y veo como me acechan
Los de patas de palo
Desde sus carabelas encumbradas
El mar también arroja sus mentiras
Me acerca sus olas indomables
Y llena mis orillas
De pececillos muertos
Cangrejos y babosas
pérfidas e insurgentes
Los miro desde el fondo
Lanzo desde mi pecho
Sacrificios y fuego
incendio mi sonrisa
Suelto azufre y pólvora dulcificada
Y allá van los sicarios
A beberse la sopa
¿Qué podré hacer con la alucinación
De los sarcófagos
Las luces de véngala
¿Y los topos?
¿Lanzando sus dientes pajizos?
¿Qué haré con la sombra y el suplicio?
¿Con la perfidia que brota de sus bocas?