Descendieron cosas en mi sueño,
y se evapora el dolor de los ojos
y se espanta el polvo corrosivo
en el túmulo de todas las extremidades;
Cuantas ideas dolorosas
saben acompañar y sostener la voz
que ha cambiado;
La inocencia en polvorosa se va cojeando
de frente, con su pergamino
de amargura;
Me pregunto:
¿Ahora quien recoge en mi boca las palabras?
Este aliento y su oxigeno sin aire,
esta llave sin cerradura
que se herrumbra en el silencio de la tarde
con sus coeficientes de incertidumbre;
¡Dios…! porque esto se hace interminable,
misa sin hostia y sin obispo,
órganos sin cuerpo, grito oral
sin su volumen de aire
¡Cuerpo desalmado, vestido de raíz!
Adiós, ya no quiero esperar.
Ola mortal, que el viento me lleve a lo lejos
de esta ignorancia,
de este día ignominioso.
¡Pájaro del luto! Salta, vuela con mi alma
en llamas hacia ese corazón azul
que se abre como una flor lila.
¡Oh cervical recuerdo!
Que me has dejado ceros a la izquierda.
¡Oh mi tristeza!
Que se pone más triste cuando se alegra.
¡Ah soledad! ¡Que se aprieta más a mí
cuando no la quiero…!