Antes miraba al cielo y me asombraba mucho la inmensidad. Pensaba que la exploración espacial era algo impresionante y todavía lo pienso. Quizás me maravillan las lunas de Júpiter y Saturno que contienen agua con actividad geotérmica y quizás eso le sirva a la humanidad para seguir existiendo en un futuro cercano o lejano. Pero ya no me emociona un lugar como marte porque es un planeta desierto e inerte. Ahora cuando miro al cielo lo que más me maravilla es mi propio planeta y que yo soy un simple humano con gran intelecto pero con el mismo destino que los animales. Así que saber mucho o intentarlo, eso me ha conducido a algo tan preciado como disfrutar el momento y mi vida en este planeta. Es muy importante tomarse la vida desde ese punto de vista espiritual, ya que la tierra y yo tenemos un destino común, cualquier forma de vida que se sostenga en el espacio artificialmente no es una vida digna. Por eso acepto que hay muchas cosas que me superan y que nunca voy a saber y que el intelecto sin espiritualidad no tiene sentido. Cuando levanto la mirada se que veo el pasado del cielo ya que imagino que la estrella más cercana está a 4 años luz y todas las otras estrellas están más lejos, quizás cientos y miles y millones de años luz de distancia. Realmente empiezo a amar este planeta y el milagro que produce la vida.