La luna y estrellas eran testigos
de aquellas veces
que se entregaban al placer,
sus manos recorrían
cada lienzo de su piel,
los besos y caricias
eran parte del poema
que escribíamos aquellas veces
en la que lo prohibido
lo hacía mas intenso,
el sabor de su gemir
era las gotas de oxígeno
que alimenta la llama del placer,
sus manos recorrían los senderos prohibidos,
su piel tan adicto,
sus manoscadenas de mi cuerpo prisionero al de ella,
su desnudes era el pecado mortal
que valía la pena vivir una vez más
Autor Gonzalez Cdd
Derechos reservados.