El día que me muera no será mayor cosa
Los pastos y los campos sabrán reverdecer
El viento en su falange continuara soplando
La lid del fulgurante futuro amanecer
La hora en que me muera no cesara la tierra
De continuar girando su hermoso desandar
Las gotas de rocío persistirán mojando
Las plumas de las aves batiendo en su cantar
Las olas en la orilla continuaran llegando
Colgadas de la brisa huyendo de altamar
Muriendo cada día entre la arena blanca
Hundiendo sus sonidos cansados de vagar
El año en que me muera, el mismo derrotero
Las huellas en las calles los autos seguirán
Marcando la imponente virtud de una quimera
Gloriosa en su mentira de inmenso caminar
La misa de un domingo continuará cantando
Las dulces bienvenidas de aura bautismal
Y seguirán los hijos llorando ante el eterno
Plegarias por las almas de los que ya no están
Sedientos del olvido transcurrirán recuerdos
Hasta que el tiempo sabio, con voz subliminal
Tejiendo blondos hilos, renovarán la urdimbre
De un porvenir que pronto también se olvidará
El día en que me muera, restañaran heridas
De antiguos desencuentros, pues solo el fenecer
De mis acordes falsos aplacará la intriga
Cuando mis enemigos me aprendan a querer
Las torres y los pinos continuaran creciendo
Al paso del ingente clamor de esta ciudad
El vidrio enamorado de tu ventana triste
Cada mañana ingenua la lluvia empañará
Y golpearás mi piedra tallada de epitafios
Gritando que estas sola muriéndote por mi
Y yo en el otro mundo cerca del muro blanco
Merced de amarte tanto viviéndome por ti
Gerardo Villalobos