El candelabro universal alumbró al fin el interior de este envase de cuero y circuitos.
Ese envase que se encuentra en penumbra durante el invierno y ausente en primavera.
Aquel que pasea entre las oscuras entrañas de la madrugada buscando un poco de afecto, encontrando solo montañas de espejismos.
Que vive sumergido en alcohol, manteniéndose de puntillas en algarabías pasadas para no ahogarse.
Fumándose desenfrenadamente la muerte disfrazada de quietud,mientras los meses se hacen ceniza a su lado.
Ese envase ya roto , desgastado, recitaba al viento que le enseñe el fulgor que acabaría con la niebla.
Y si , el candelabro alumbró al fin ese envase, dejándolo ciego y fuera de rumbo.
Ahora ese envase circula en otras vías, sin poder hablar, sin reclamar lo que es suyo, pero satisfecho, ya que después de tanto , pudo sentir el calor.