Es ella quien restaura cada noche
en sus formas a las mías adaptadas
el trajín del normal desasosiego
que provoca el vivir de las jornadas.
Es ella quien me ofrece su tersura.
Si no acudo a sus brazos me desvelo
pero a veces traiciono su dulzura
buscando entre otras sábanas consuelo
Al regresar me acoge sin reproches
sin celos ni preguntas y es mi almohada
quien sabe del insomnio de sus noches
y el frío de saberse abandonada.
Pronto consigo reparar mi ausencia
Y me hundo en su ternura, perdonada