Y si es que estás despierta
y sin heridas,
Y si es domingo
y eres feliz
conduciendo sin preguntas.
Y si es que nos damos cuenta
de que intentar llevar la razón
se carga la armonía.
Y si es que yo llevo un dolor en mi pecho,
que va rajando mis arterias
con aceros ardientes
de ígneo filo chispeante
y no veo sangrar la fragua.
Y si es que una tibia humedad
que de mis ojos se desliza,
ha brotado de la pena
entre trémulas pestañas,
que pierden la compostura
mientras me ciega la vergüenza,
de creer que es un capricho,
lo que tus fuerzas no alcanza.
Y si es que este poema
contra mí, descarga su rabia,
que estas letras son mi voz
que te ruega con ansias,
que perdones mi insensatez
y mi falta de confianza.
Y si nos besamos
y todo cambia,
y que todo este dolor
es solo la antesala
de la concordia
y el final de la arrogancia,
de rescatar la sonrisa
y la miel de tu mirada.
No quiero rasgar este poema
por insulsa rabia,
ni tirar el teclado
que golpe a golpe redacta
las lágrimas,
de mi dolor derramas
por el canal
de mis arterias resquebrajadas.