Ayer caminaba taciturna y triste.
Silente y con lágrimas de dolor;
no creía que tú, de mi vida saliste.
Cómo podría yo verme sin tu amor.
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Las veredas se me hicieron cortas;
en el largo andar de la despedida.
Lo pienso y no sé cómo lo soportas.
Yo soy fuerte y olvidaré tu partida.
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Muchas veces, con voz clara, dijiste:
Amor, esta será nuestra última noche;
y te vi todo lloroso, pero no te fuiste.
Y aún triste, no hice ningún reproche.
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Hoy, fortalecida como estoy, te diré:
No deseo de ti, una indecisión más.
Sé que toda esta molestia la superaré
y que no me verás, en tal impase, jamás.
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Estuve sola, afligida, llorosa y sin fuerzas.
Te imaginaba lejos, apartado y sin amor.
Y no quiero que tú, mi voluntad tuerzas,
y, mucho menos, llorar por tu desamor.
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¡La suerte ya está echada, te marchaste,
y con esa acción a otro sino te abrazaste!