Veo en el infinito las estrellas
Ocultas bajo un manto lienzo blanco
De espesa e indemne, fuerte la niebla,
Iluminando mi rostro, calma mi llanto.
Quiero regalarte su intenso brillo,
Pero no puedo dejarte su esencia,
Que la reina de la noche es testigo,
Del centello constante de inocencia.
Mi alma indomable, altiva cual viento,
Lo inalcanzable es su dogma y su guía,
La luz de su ideal le da el sustento
Libertad que cerca le sugería.
Emancipada por tantos embates
Para amar los instantes de la vida
Y en sus llagas asulca los combates
Que despiertan su esencia prometida.
Más para dormir un sueño profundo
En la cúspide del velo y estupor,
Zanja entre las entrañas de este mundo
La gota sutil que trae el dolor.
Quiero clamar hacia los cuatro vientos
Lo que mi alma en el silencio musita
La sordidez que yace en el lamento,
Mi alma indomable quedo necesita.
Para liberarse de las ataduras
Que la lleva en este mustio momento
Atada a este mundo y a sus criaturas,
Alma indomable, oportuno aliento.