Soy un ciervo entre tus fauces, que todo apresan y sin tragar, solo rasgan,
soy la presa más fácil de tu mirada y tú, apuñalas el corazón de mi futuro
es tu piel de espinas con oficio de río, me resbalo por tus aguas en la tarde cepia.
Somos un paisaje erosionado: escupes fuego mientras sangramos el largo sueño
que ni tu, ni yo imaginamos, donde habitado de recuerdos transita el silencio
mientras la fiera la luz rasga mi sombra sin poder instarme ni un breve momento
a encontrarme en la tenaz como abismal cárcel de tus manos.
Lápidas legibles donde aparece mi nombre son estas nuestras largas calles de deseo
mientras tu nombre viaja así ligero, entre mi cabeza y su nostalgia
ahogando mi garganta de te quieros, se traduce en el fantasma del viento
que zumba ávidamente entre los dos marcando la eterna distancia...