Arrastrado en los suspiros y consumido de la indiferencia.
Me apenumbra los sonidos que la oscuridad produce.
Y me pierdo, me pierdo eternamente en la maldita espera.
Los sonidos se convierten en monstruos.
Monstruos de mi corazón acongojado, anhelando destrucción.
El viento arrastra las voces y se multiplican.
¿Y no podemos entender, como somos tantos aquí?
Intento robarme las almas de los que observan.
Pero solo se convierten en otra voz más.
Esperar, Esperar. Cuanto debo de esperar.
¿A cuántos maté? ¿a cuántas ame? ¿cuántas veces me fui?
Y aquí sigo molesto, loco, desesperado y un poco feliz.
¿Son solo son cinco minutos o cinco días?
Tal vez ya sea cinco siglos y mi mente esté podrida.
Tal vez ya llego y solo soy un idiota que ama esperar...
Esperar y quejarse