Hay instantes en que se para el mundo
y sales disparado hacia el averno,
hacia un vacío negro e insondable
helado como el miedo.
Y sientes la vida que se escapa,
el terror que te desgarra el alma,
el tormento de tu propia culpa
el canto de la muerte en tu ventana.
Hay instantes en que agrieta el suelo
y el infierno te envuelve en sus efluvios,
el pánico te muerde las entrañas
y te sientes víctima y verdugo.
El amor y la muerte van unidos por
el yugo implacable de la vida
y esa yunta te clavará su arado
en el surco más hondo de tu herida.