Las hierbas dilatadas de la noche
con sus grillos y momentos de silencio
preludian ya lo etéreo del encuentro.
El arca del tesoro se hundirá completa
y mi lengua deambulante saborea
el nudo de la vida de tu savia con el beso.
Será hoy el arpegio susurrado de mujer
el que escuchen vibrar tus sentidos
mientras los prensiles musgos de tus ingles
acrecientes y oscurecientes de lluvia
son mi cálido sueño, mi mayor codicia.
Este temblor se vierte en mí y te lo brindo
ya cantan mis ojos, el viaje extenuante
como maravilloso que harán mis manos
ya baila mi piel novicia con tu sexo.
Sé que amaneció de tarde entre tu ombligo
y sin embargo, sonríen mis ojos al presente,
en la espera de que mis remolinos y mis aguas
vayan febrilmente urgidas rumbo a tus cántaros.