A tus ojitos
llevaron mil sonrisas
las mariposas.
Así pudiste
gozar con sus colores
y su ternura.
Pero sus alas
llevaban, también, besos
y mis caricias.
...Es que sentía,
lejana tu mirada
y tu presencia.
Eran los versos
que siempre madrugaban
en el otoño.
Versos azules
cargados de dulzura
que estremecían.
Por eso quise
mandar las mariposas
a tus pupilas.
Alas y vida,
latidos presurosos
y una canción.
Para decirte
lo mucho que te quiere
mi corazón.
Rafael Sánchez Ortega ©
18/11/20