El frío intermitente
desgarrando aún más
lo gris de la mañana
aparece insondable al pie
del cocotero
donde decidimos rezarle
a la virgen y a su siete caballos
herejes
ambos con los brazos cruzados
mirando caer la lluvia
tan foránea como nadie
la imagina
Los dos ausentes presentes
hostiles y metidos en una madeja
que teje y teje en nuestra mente
cosas inconcebibles
Siento que las cicatrices se abren
y comienzas las culebras
a meterse en la garganta
atizando el grito
Yo soy ese grito
aunque nadie lo reconozca
aunque nadie sepa el idioma
con que sale
ni siquiera conocen mi sexto cause
ni el porqué de tu ausencia anochecida
sin importarte el páramo
donde me dejas clavada
A veces me pregunto
por qué esta condenación
por qué las llamas justo al centro
y el montón de pájaros recurrentes
tratando de clavarme el pico
incluso quieren enroscarme el látigo
lleno de palabrotas hirientes y salvajes
apagando la poca claridad
Créeme
me duele y me llena de pesadillas
ver como todos los escombros caen en mi cabeza
y los panales ahuyentan a las abejas
que en ziza me acosan
bajo la orden de la manada
de mosquitos pelirrojos y azules
La luna observa todo este fracaso
las esmeraldas lanzadas al pozo
por donde también lanzaste
mi amor enfurecido
Las farolas perdieron su claridad,
quizás por eso es por lo que duele y re duele
y te lanzan sin compasión
cuando saben que perdiste la ruta
que los dientes comenzaron a caerse
y las mejillas se llenan de rendijas
insalvables.
Si supieras lo sola que me siento
solísima muy sola
aferrada a las quimeras
que construimos juntos
sin advertir al tiempo y sus maldades
haciendo cabriolas en nuestros
sentimientos más genuinos
Mientras vamos convirtiéndonos en
payasos reales
para que nadie descbra el rostro entumecido
tratando de retener el colorante
que el reloj nos regala
Por eso aúllo
rebano sueños lentos y huidizos
Y me cubro
con un pasado mustio
que me llenó de llagas
haciéndome creer que era
una mujer de múltiples colores
Cuando realmente soy
una mujer
con los jamelgos muertos
y el paso agujereado