Tus etéreos besos del pasado
son fantasmas ocultos bajo un velo,
y esa razón me mantiene angustiado
al ser duendes perdidos en el cielo.
Le he pedido al Señor me los devuelva
por poder estrecharlos con los míos,
aunque el caso no creo se resuelva
pues el tiempo los ha tornado fríos.
Vivo rogando un milagro a Vulcano
porque los vuelva a su anterior estado,
pues no está mi carácter nada ufano
y mi ánimo se encuentra desolado.
Vuelvan ya, que se están evaporando.
¡Por favor!... Mas no sé cómo, ni cuándo!
Jorge Horacio Richino
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