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**~Novela Corta - El Eco de la Lluvia - Parte I~**

Elena, cruzaba la avenida con la calle Amor, en una noche clandestina, tenebrosa, pavorosa, de pura ansiedad y de un silencio aterrador, cuando Elena, fue embestida por un sólo hombre, el cual, la tomó por el brazo y por el cabello dejando muerta su razón y con un hilo de sangre en plétora abundante entre sus piernas, desatando la violenta violencia contra su inocente cuerpo queriendo amarrar sus fuerzas en contra del débil momento. Elena, quedó débilmente tirada en el suelo sucio lleno de tierra y suciedad, y por un violento momento, sólo escuchó el eco de la lluvia que golpeaba en el suelo como si fuera un tambor y sus lágrimas llegaron después cuando se vió abierta de piernas y con un hilo de sangre entre ellas. Elena,  se levantó de allí, en contra del dolor, y del todo hilo que tenía entre sus piernas. Cuando ella, Elena, juró que encontraría el ofensor y más el que le violentó su cuerpo y le haría pagar todo su dolor, pero, fue más que su dolor el que le hizo devolver la tristeza a más todo su sufrimiento. Ella, Elena, quedó observando el reloj de su mano izquierda, observó que era más de las 10:00 de la noche y se fue caminando por la calle Amor con ese hilo de sangre entr sus piernas y sus cabellos sueltos y su vestido alborotado. La calle Amor no volvió en ser la misma, sino que al otro día el sol se convirtió en lluvia, en una torrencial lluvia que con sus lágrimas se unió más e hizo un aguacero de mayo regando gotas de dolor por todo el suelo con eco de la lluvia como sus lágrimas por su rostro y en su faz tan afligida como el dolor de la Magdalena. Aquellas gotas de lluvia se hicieron dolor y tanta tristeza en su corazón que se perdió su forma en volver a amar y quiso morir, pues, la vida, sólo al vida le dió dolor y una tristeza en que sólo el sol se fue y llegó la torrencial lluvia marcando su camino de triste dolor. Si Elena, una joven de ojos negros, como la triste noche y sus cabellos como el azabache, se hizo más dolor cuando se sintió desolada, compungida, y herida con la vida misma. Cuando en el sentido de Elena, quedó sin sentido, y su corazón quedó sin latidos, desatando una manera y una forma de ver el cielo de tormentas cuando su vida quedó arruinada y en ruinas quedó su pedazo de corazón, cuando en aquel instante se hizo como granizo el tormento, y el sol como una eterna lluvia, que fue como un eco de la lluvia que cae desde lo más alto del cielo como un manantial de lágrimas desde el negro de sus ojazos. Ella, Elena, quiso encerrar sus latidos, y atrapar su dolor en una fuerte vindicta, pero, todo fue un total fracaso, nunca supo ni se enteró de quién fue el desagraciado que la violentó, y que la violó en la calle Amor. Elena, sabía algo que su insistencia en saber de ese violador, sólo quiso ser tan exacta y con tanta virtud, cuando la había perdido y todo por culpa de ese violador diestro. Su cuerpo ardiente por el deseo de otro, y la conmiseración de su alma, no se debía de creer en la énfasis nocturna de aquel ser que la violó sin más que la putrefacta sensación del maldito sexo. Cuando en la calle de Amor, se quedó sin más que el silencio humedeciendo el dolor y el sufrimiento cuando en el alma, sólo en el alma, se debía de creer en el alma sucia, devastada y decepcionada por el maldito sexo, cuando se creer en el mal frío que le dejó el violador en su bendito cuerpo. Destrozando el mal vivir en un silencio inmuto entre su garganta y su desencanto, cuando su cuerpo soslayando entre el eco de la lluvia derramó lágrimas de dolor dejando saber de su dolor y de bendita sangre adolorida entre el hilo de sangre que le dejó el violador. Cuando sólo faltó un deseo, y una furia adyacente de un sólo mal tiempo en que vivió Elena en su corta vida. Destrozó el alma de luz, si la luz se opacó dentro de su cuerpo dejando estéril el mismo corazón. Desfigurando el camino lleno de un sólo sufrimiento. Cuando en el alma, sólo en el alma, se llenó de fríos y de álgidos momentos, cuando se destrozó el mirar de Elena hacia la misma necesidad de creer en la misma eternidad. Se opuso y suposo en navegar en el mar frío de la muerte, cuando pensó en el suicidio, sólo como la vil muerte como una cruel salida, la cual, nunca se perfiló en su corazón. Cuando en el derrumbe se hará como el nuevo fin sin Dios. Cuando en el desenlace final se da como un tormento, como una torrencial lluvia pasando por el rumbo sin camino y sin poder decir la dirección que tomó el dolor de Elena. Cuando en el instante lloró de todo hasta de su peor vestido, pero, no, no era cuestión de gustos, cuando en el llanto se dió como el pasaje de ir y de volver hacia la misma circunstancia en querer volver hacia la magia del universo. Cuando en el convite de creer en el amor en la calle amor, sólo le quedó una lágrima, de ver el cielo de un torrencial de aguaceros y tan fuertes como el haber sido violentado su cuerpo frío de sensaciones y tan indeseables como lo es una violación. Elena, descubrió la lluvia en sus ojos y el manantial del rocío entre aquellas lágrimas de dolor y en el eco de la lluvia que le hacía trastocar el dolor en el mismo corazón. Cuando en el instante se debió de automatizar la espera y tan inesperada de saber que el dolor fue y será como el ir y venir de un sólo rencor. Cuando el torrente de cielo cayó como una osada tempestad, y entre sus ojos negros unas lágrimas de frío desconsuelo. Si era ella, Elena, la que en el desierto autónomo de la realidad cayó en una fría desolación y en un álgido porvenir, cuando no quiso más vivir así. Si era ella, Elena, la que un día amó a Efraín, desnudando el frío y el desconsuelo de un frío camino cuando su rumbo quedó maltrecho y desenfrenado tiempo, cuando su esencia la perdió, pero, no perdió su ambición ni la avidez de hallar al culpable de su cruel soledad y de su llanto fuerte como el dolor y el sufrimiento adolorido de su propia alma. Cuando en el torrente del desafío frío se coció a fuego lento su vindicta, cuando en el tormento de la cruda realidad se dió como el mismo sinónimo del dolor. 

Elena se fue al monte llamado Gio, y en el monte tramó y perpetró una venganza, la cual, no se dió como el mismo final desenlace de haber conocido y por saber que nunca hallaría a su violador, porque en realidad no tenía ninguna evidencia de cómo saber que era en realidad su violador. Elena, sólo sintió en la lluvia el eco de la lluvia, halló y encontró que la lluvia le ayudaba a hallar su forma de ver la vida como un eco donde sólo ella lograba escuchar su vida en el tiempo, y más aún, en el ocaso frío de todo un frío en que sólo la lluvia le dejó saber del frío en su piel como aquella fría violación. Elena, sólo ella sintió el desafío de creer en la fuerza de voluntad en poder salir hacia adelante y sin dolor alguno, pero, la lluvia, sólo aquel eco de la lluvia le hacía recordar a su cruel y viciosa violación. Cuando en su corazón, sólo se dijo que el corazón latía por haber dejado vivir a su cuerpo, pero, su mente, su memoria y su conocimiento estaba frío como el mismo hielo en el refrigerador. Cuando Elena, sólo al corazón le albergó un dolor inocuo, pero, tan impoluto como la misma verdad. Y aunque su vida estaba como el lodo sucio, encontró y halló que en el eco de la lluvia aunque le recordaba su dolor, se dijo que el agua es tan cristalina y que limpia todo y que barre toda suciedad, también. Su manera de amar quedó en silencio, a Efraín lo dejó de amar y le dijo que no regresara más a ella y que no quería más la relación con él. Elena, dejó de amar en verdad, se volvió intransigente, adolorida, y consecuentemente mala, y muy mala. 

Elena, se dijo para sí misma que, el cielo es de claro color, pero, con la lluvia se torna de color gris, cuando cae  la lluvia, y el eco de la lluvia lo es todo, pues, en su oír sólo le recordaba su cruel violación. Una violación viciosa, una violación inadecuada, inalterada y cruelmente sin sentido. Cuando su vida y más que eso fue como el mismo viento yendo lejos del mismo cuerpo y más de la misma piel sin sentido.

 

Continuará………………………………………………………………………………………….