Abrió la puerta
el viento, sin permiso,
y pude verte.
Fue en un momento,
diría que un instante.
Pero te vi.
Vi tu sonrisa,
las curvas de tu cuerpo,
de un modo breve.
Y suspiré,
feliz al verte a salvo,
aunque nerviosa.
Luego, el silencio,
volvió sin yo pedirlo
y por el viento.
Volvió a cerrarse
la puerta con su ausencia
y tú tras ella.
Yo me quedé,
soñando como un niño
con tu recuerdo.
Y te recé,
mi Dios, en aquel rato,
desesperado.
¡Deja que vuele,
que marche hacia su lado,
que estemos juntos...!
Rafael Sánchez Ortega ©
19/11/20
Esta vez es una ficción y una utopía. Es un cuadro o imagen que todos, alguna vez, hemos creado para hacer de la misma una \"realidad\" interior con esa persona que llena el alma de romanticismo y poesía. Abrir la puerta, poder contemplar y retener esa imagen y luego dejarla volar para ir a su lado al infinito...