Jose Luis Posa Lozano

DESPUÉS DE LA RIADA

  He agotado mi esencia, primero me estrujé los sesos, más tarde me retorcí el alma con tal de extraer un verso, un poema, un relato, pero todo fue inútil. Me he quedado vacío, quizás se rompieron las presas y el agua embalsada se llevó todo por delante arrasando los campos que había regado año tras año, quizás esa andanada me vació el sentido y ahora crecen zarzas donde hubo un estanque. Te miro y veo unos ojos de inescrutable belleza, pero unos ojos tristes, apagados, perdidos, te miro y la pregunta se me clava con saña ... ¿Por qué lo has hecho, porque me has traicionado, porque me has mentido?, y yo agacho la cabeza y busco refugio en los umbrales del tiempo y acaricio tu cuerpo que reacciona como un acto reflejo, pero que ya no se enciende con mi aliento, ni vibra con mis manos ni tiembla en mi deseo. Nuestros besos aun saben a aguamiel y tu piel aun me enciende madrugadas, pero te siento distante, transparente, perdida entre oscuras pesadillas y yo me desespero intentando salvar ese rescoldo que conserva mi vida, intentando en vano regresar a ese punto en que me perdí y te perdí entre las nieblas infectas. Pero no desespero, reconstruyo mi presa y dejo tiempo al tiempo para llenar mi embalse, soñando que la vida me repueble las aguas y que un día, de nuevo la luna se refleje en tus ojos mientras hacemos el amor bajo el negro satén de la estrellas.