Tan vieja como el mar baila la noche
y rompe como el mar en la palabra;
manos donde el amor se estrella y labra
el mármol del querer y del reproche:
dos inventan el vértice del agua,
de la roja pasión al verde día
se saben en la luz del mediodía
carbón iridiscente de la fragua.
-Mirad sus plexos como flor abierta,-
en nubes viajantes el corazón,
en las cabezas el sentir alerta.
No existe más porqué que la razón,
ni más razones que la piel querida,
ni más motivo que la propia vida.
a.S